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¿Qué sería de Internet sin el código abierto?

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¿Qué sería de Internet sin el código abierto? La cuestión tiene trampa, porque es como preguntar qué nivel tecnológico tendría actualmente nuestra sociedad si mentes como las de Alessandro Volta, Georg Simon Ohm o Thomas Edison no hubiesen estado ahí para ayudar en el aprovechamiento de la electricidad. Internet es lo que es gracias al trabajo interesado y desinteresado de mucha gente, pero si hay un nexo en común suele ser el de los estándares abiertos y el software de código abierto.

Sobre este tema reflexionaba recientemente Gerald Pfeifer, vicepresidente de Productos y Programas Tecnológicos de SUSE, en las páginas de nuestros compañeros de MuyLinux: ¿Un mundo sin código abierto? El planteamiento puede parecer tétrico en un principio, como que sin Open Source todo sería terrible y estaría en manos de empresas desaprensivas y sus tecnologías privativas, pero no hay cuentos de terror que valgan; en todo caso se trataría de ciencia ficción: es tan imposible aseverar nada como hacerlo con respecto a los grandes científicos mencionados y tantos otros.

Si Alessandro Volta no hubiese inventado la pila eléctrica, Georg Simon Ohm no hubiese promulgado su ley de Ohm y Thomas Edison no hubiese inventado la bombilla incandescente, ¿lo habrían hecho otros? Seguramente sí, pero la historia no sería la que todos conocemos. ¿Y si Dennis Ritchie no hubiese inventado el lenguaje de programación C o Tim Berners-Lee no hubiese inventado HTML o el protocolo HTTP? Tres cuartos de lo mismo. El dato a destacar es que ninguno de estos nombre ilustres partió de cero o consiguió sus logros sin ayuda.

Compartir el conocimiento ha sido el motor de innovación de la Humanidad, de igual forma que el software de código abierto está siendo el motor de innovación en la era tecnológica en que vivimos. Su importancia cobra especial relevancia al hablar de Internet y no solo por los estándares que rigen la Web, sino por las tecnologías concretas sobre las que se construyen la gran mayoría de sitios y servicios que disfrutamos en la actualidad. Y no es una exageración.

Un servidor web corriente sin importar su tamaño suele estar compuesto por hardware sobre el que se ejecuta un sistema operativo de tipo UNIX, siendo Linux el más popular actualmente; un servidor web como Apache, una base de datos como MySQL, un gestor de contenidos como WordPress… Todo es Open Source y las estadísticas no pueden ser más halagüeñas en este sentido.

Como decía Pfeifer, «un mundo sin código abierto es difícil de concebir. Y ciertamente no podríamos prescindir de él… aunque lo intentáramos». Lo cual no quita, por supuesto, que las grandes compañías de Internet usen -y también contribuyan con, no hay que olvidarlo- ese código abierto para sus propios intereses y dirigiendo al usuario a sus propios jardines amurallados. Pero incluso con semejante perspectiva, la situación actual es mejor que la alternativa. Al menos hasta que la neutralidad se rompa definitivamente.

Hace unos años que The Linux Foundation difundió una campaña de promoción con el objetivo de resaltar la valía del “mayor proyecto colaborativo de la historia de la computación” y con la misma idea de fondo, en este caso enfocada en Linux. Sin embargo, tal y como sucede con las personalidades señaladas, nadie es o debería ser imprescindible a priori. Es en el método donde está clave, y no en la persona como ente individual.

Así las cosas y atendiendo a la pregunta que abre el texto, no solo es que no haya respuesta, sino que de haberla no nos gustaría a la mayoría.

Enfocado en las nuevas tecnologías empresariales y de usuario final. Especializado en Linux y software de código abierto. Dirijo MuyLinux y escribo en MC, MCPRO y MuySeguridad, entre otros.

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