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Velocidad de impresión: una mirada a fondo

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La velocidad de impresión es uno de los aspectos más importantes que debemos tener en cuenta a la hora de elegir las impresoras de nuestra empresa. De ella dependerá el flujo de trabajo que podremos mantener con cargas intensivas y el tiempo que perderán nuestros empleados mientras esperan a que se termine de imprimir un determinado proyecto.

Para entenderlo mejor vamos a ver un ejemplo sencillo pero ilustrativo. Si tenemos una impresora capaz de imprimir de forma óptima 6.000 páginas al mes pero lo hace a una velocidad de 10 páginas por minuto su rendimiento estará desproporcionado y no nos permitirá sacar adelante grandes ciclos de impresión con un buen ritmo.

Lo ideal a la hora de elegir es buscar impresoras que tengan una capacidad y una velocidad de impresión equilibrada. Para que acertéis en vuestra elección hemos elaborado un baremo que os servirá de referencia y os ayudará a no cometer errores:

  1. Capacidad óptima de menos de 500 páginas al mes: nos vale con unas 6 páginas por minuto.
  2. Capacidad óptima de más de 500 y menos de 1.500 al mes: el mínimo recomendable son 10 páginas por minuto.
  3. Capacidad óptima de entre 2.000 y 3.000 páginas al mes: es recomendable que supere como mínimo las 20 páginas por minuto.
  4. Capacidad óptima de más de 3.000 páginas al mes: entramos en soluciones de gama alta, donde las 30-40 páginas por minuto son recomendables.

De nuevo un ejemplo para ilustrar lo que podríamos considerar como una relación totalmente óptima entre velocidad y capacidad de impresión: las impresoras PageWide de HP, que pueden sacar adelante cargas de trabajo de 7.000 páginas al mes de forma óptima y trabajan a un ritmo de hasta 75 páginas por minuto (modo borrador).

¿Qué ventajas aporta un correcto equilibrio entre velocidad y capacidad de impresión?

Elegir bien una impresora tiene ventajas para cualquier empresa, y el tema del equilibrio entre velocidad y capacidad de trabajo no es una excepción. Estos son los beneficios más importantes que aporta:

  • Óptimo mantenimiento del flujo de trabajo.
  • Evita esperas innecesarias, que a la larga pueden suponer pérdidas de horas de trabajo.
  • Mayor flexibilidad a la hora de enfrentar trabajos completos o grandes cantidades de impresión.
  • Permite enfrentar nuevos retos profesionales.
  • Ayuda a reducir los costes de nuestro entorno de impresión.

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