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Opinión

En tiempos de distancia social, vuelven los autómatas

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En el mundo pre-Coronavirus resultaba habitual leer noticias o columnas de opinión de expertos en los que se hablaba de las consecuencias de la automatización en el trabajo. La irrupción de los RPA, los robots y la IA era visto en parte como una oportunidad, en parte como una amenaza para millones de puestos de trabajo, especialmente para los menos cualificados. Nosotros mismos hemos abordado el tema en alguna ocasión y, sin ir más lejos, hace un año nos hacíamos eco de esa noticia en la que al hablar del impacto de los robots en el mundo laboral, Bill Gates aseguraba que estas máquinas inteligentes acabarían por tener que pagar impuestos para compensar la destrucción de puestos de trabajo. Y sin embargo, nos gustaba pensar en esos términos como en una hipótesis lejana, como una distopía en la que no íbamos a tener que vivir.

Pero como aseguran cada vez más expertos, tras el Covid-9 ese mundo ya ha llegado. Nuestros miedos tienen forma de virus y las oportunidades que se presentan, poco tienen que ver con las que percibíamos hace unos meses. Ya hemos visto cómo el teletrabajo se convierte en la nueva normalidad para casi todas las empresas y cómo esto va a seguir siendo así incluso cuando podamos salir de casa sin problemas. ¿Qué va a ser lo siguiente? Como explican en el New York Times, en tiempos de distancia social, vuelven los autómatas.

Tiene sentido. En un mundo en el que el contacto humano-humano va a empezar a ser visto desde la óptica de la sospecha, vamos a imponer entre nosotros un ejército de robóticos intermediarios. De forma sutil ya hemos empezado a hacerlo, recomendando por ejemplo que no se pague en metálico en los supermercados y que de ser posible, incluso apostemos antes por el pago móvil que por las tarjetas. Si el dinero en efectivo ya estaba en vías de extinción en algunos países, ahora empieza a oler a muerto.

Tan muerto como las cajas de los supermercados. ¿Qué pensábamos hace tan solo un par de meses de Amazon Go? El supermercado inteligente de Jeff Bezos, esa tienda en la que podemos hacer la compra sin necesidad de mirar a nadie a la cara, nos parecía una excentricidad. Y sin embargo, pronto podríamos ver cómo armados con nuestros smartphones y rodeados de cámaras de videovigilancia, esa nueva forma de comprar se convierte en la nueva norma.

Y sí, tal vez esa automatización llevada al extremo todavía tarde en llegar, pero como explica el Times, en muchas otras parcelas la introducción de dispositivos autónomos se está acelerando. Cita el medio de comunicación americano el caso de empresas como Brain Corp, una startup que fabrica dispositivos autónomos para la limpieza y desinfección de suelos en retail e industria y que en las últimas dos semanas ha visto cómo ha aumentado la demanda de nuevas unidades en más de un 20%. O cómo la industria del reciclado se está reconvirtiendo para depender cada vez más de máquinas inteligentes capaces de clasificar de forma autónoma los residuos, y menos de trabajadores que cobran poco más del salario mínimo para hacerlo de forma manual.

Se frotan también las manos las empresas que desarrollan chatbots. Y es que cuando todo pase…¿volveremos a ver esos call centers en los que se «apiñaban» cientos de trabajadores? ¿De qué forma se va a reconfigurar el espacio mismo de las empresas en estos tiempos en los que se va a exigir que entre cada puesto de trabajo haya dos metros?

Podemos ir incluso un poco más lejos. Pensemos en cómo empresas como Microsoft o Google están invirtiendo en tecnologías conversacionales, algunas incluso capaz de interpretar en tiempo real lo que decimos y traducirlas a otro idioma. En su estado actual de desarrollo, no pueden sustituir la competencia de un intérprete profesional pero solo hay que añadir algunas variables en esta ecuación para que puedan hacerlo: dinero y tiempo.

Así que no nos engañemos. Cuando el Covid-19 comience a parecernos un mal sueño, habrá una industria, la tecnológica, que habrá ganado. A cambio, millones de trabajadores no volverán a recuperar sus antiguos empleos y aunque se crearán miles de trabajos más, mucho más especializados, cabe preguntarse qué espacio tendrán en el mundo laboral del futuro todas esas personas que ni tienen ni van a tener esas habilidades que «marcan la diferencia».

Que instituciones como la UE, el FMI o el Banco Mundial, poco sospechosas de filias comunistas hablen abiertamente de instaurar una renta mínima vital garantizada, nos habla claramente de ese mundo al que no estamos dirigiendo de cabeza y a toda velocidad.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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