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Huawei y la carrera por el 5.5G: más velocidad, menos latencia y millones de dispositivos conectados

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Si desde hace casi una década las principales compañías de telecomunicaciones fían parte de su futuro al 5G (especialmente en entornos industriales) en el MWC 2023 ya se está empezando a hablar casi sin complejos de los beneficios que se espera que el 6G ofrezca a las empresas para finales de esta década, o para mediados de la década de 2030.

Pocas empresas sin embargo, hablan abiertamente de este paso intermedio, el standard para las comunicaciones inalámbricas que Huawei presenta comercialmente como 5.5G y del que se espera va a dar mucho de lo que hablar a partir de 2025. Pero mientras eso pasa, la multinacional asiática ha aprovechado el salón de la capital catalana para mostrar algunos de los beneficios potenciales de una tecnología que, al menos en el plano teórico, ya está a la vuelta de la esquina.

La empresa ha destacado en este sentido cinco de sus características clave de la nueva etapa 5.5G: transmisión de datos de 10 Gb/s, IoT en todos los escenarios gracias por ejemplo a etiquetas pasivas, detección y comunicación integradas, menor latencia y un menor consumo energético. Todo ello hace que la compañía haya asegurado que «la era 5,5G aporte a los operadores de red un rendimiento hasta diez veces superior al 5G».

Si bien el aumento de velocidad es una de las características más destacadas, para las compañías puede resultar más interesante el hecho que este tipo de redes habilitan despliegues IoT que pasan de los 10.000 millones de sensores conectados a los 100.000 millones, a la vez que la latencia se reduce en diez magnitudes, multiplicándose exponencialmente la precisión del posicionamiento de los objetos y la fiabilidad en la transmisión de datos.

Entre las aplicaciones que pueden beneficiarse de esta nueva etapa de conectividad, Huawei destaca el (una vez más) desarrollo del metaverso y otras realidades aumentadas, la puesta en marcha de redes 5G privadas más grandes y eficientes (la compañía prevé que para 2030 se pase de las 10.000 actuales a un millón) o una mayor capacidad para analizar y procesar datos en tiempo real, ya sea en el centro de datos, ya sea en las nuevas nubes IoT que comenzarán a popularizarse en los próximos años.

Igualmente interesante parecen los futuros escenarios de detección, comunicación y respuesta, que podrían permitir a los operadores nuevos servicios críticos. La multinacional china asegura en este sentido que por ejemplo, las redes 5.5G con la capacidad de detección se pueden utilizar ampliamente en escenarios como los servicios de tráfico por carretera de la ciudad inteligente o la detección perimetral en grandes infraestructuras como puede ser un aeropuerto, lo que hace que la infraestructura urbana sea más eficiente e inteligente. Por ejemplo, en climas lluviosos o brumosos, las redes 5.5G pueden detectar automáticamente obstáculos o anomalías en la carretera y notificar a los conductores a través de los mapas de sus coches con un kilómetro de antelación, lo que hace que el transporte sea más seguro.

En definitiva, 5,5G se siente no tanto como una evolución del standard actual (como podría ser el paso de WiFi5 a WiFi6) sino una pequeña gran revolución con el potencial para empujar definitivamente el desarrollo de la industria 4.0. Los únicos nubarrones que se ven el el horizonte llegan, sin embargo, en forma de proyectos de implantación con unos costes que en buena medida, siguen frenando el desarrollo del 5G actual en muchos escenarios. El futuro ya está aquí, esperando a que lo quieran.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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