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Los «unicornios» españoles, ¿un ecosistema creíble?

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Unicornio

La particular idiosincrasia española hace que, cuando nos interesamos por algo, nos interesemos mucho, muchísimo. Y esto ocurre tanto en el plano personal como en el profesional, donde con el paso de los años ya hemos visto «explosiones» relacionadas con alguna actividad profesional concreta, desde proveedores de acceso a Internet en los tiempos previos a Infovía hasta tiendas de cigarrillos electrónicos: un día no había nada, al siguiente el mercado estaba saturado y finalmente el tiempo se encargó de aportar el equilibrio que faltó en un primer momento. ¿Podría estar ocurriendo algo así con los llamados unicornios (empresas de base tecnológica y con una valoración superior a 1.000 millones de dólares) españoles?

Si echamos la vista atrás, aunque tampoco demasiado, recordaremos el escandaloso pinchazo de Gowex, que pasó de ser una de las joyas de la corona del MAB (Mercado Alternativo Bursatil, esa especie de segunda división del mercado continuo español) a desaparecer sumida en un descrédito que salpicó, desgraciadamente, a otras empresas con las que compartía espacio en el parqué. Ahora, con la situación económica global, sumada a la incertidumbre política de nuestro país, el dinero que ha estado llegando hasta ahora para invertir en las candidatas a unicornios fluye con bastante menos caudal, por lo que cada vez más voces apuntan a que sólo aquellas empresas con un modelo de negocio realista y rentable pasarán el corte de 2016.

Esto, ojo, no significa que este año vaya a ser malo para las tecnológicas españolas que, en casos como el de Udacity, lo han comenzado todavía celebrando el haber pasado a formar parte del club de los unicornios. O empresas con un perfil tan sólido como BQ, que en pocos años ha conseguido convertirse en una seria alternativa a los grandes fabricantes mundiales de smartphones. El problema puede venir (y va a venir) tanto por aquellas empresas que ya forman el club como por las aspirantes a integrarlo (cachorros de unicornio) y que, con su plan de negocio actual, sólo tienen las rondas de financiación como vía para obtener dinero.

Ya hemos vivido varias burbujas relacionadas con la tecnología (tanto globales como en España) y, aunque en ocasiones pierden un poco el norte, lo cierto es que los inversores son cada día más selectivos, y ya no se conforman con una buena idea para aportar sus fondos. Ahora buscan empresas y proyectos pensados para ganar dinero y que, por lo tanto, tengan un plan de negocio que no parezca salido de un mundo de fantasía. Serán esas empresas, y sólo esas (salvo alguna deshonrosa excepción) las que consigan superar un 2016 que, salvo cambios inesperados, apunta a ser un año de limpieza.

Imagen: Kaboompics

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