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Low-Code: cómo transformar la empresa con agilidad

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Altia

El low-code se ha convertido en un fenómeno imparable. Y es normal. Hasta hace no demasiado tiempo, el desarrollo de aplicaciones estaba reservado a programadores con experiencia.  En los últimos años sin embargo, se están multiplicando las plataformas que permiten facilitar el desarrollo, de modo que más allá de las “barreras físicas” del departamento de IT, ya no hace falta ser un programador experto o tener conocimientos exhaustivos de los últimos lenguajes de programación, para poner en marcha todo tipo de aplicaciones que permitan agilizar cualquier proceso.

En los departamentos de sistemas, la adopción de este tipo de plataformas promete toda una serie de ventajas, como más agilidad y velocidad en los nuevos desarrollos (que pueden pasar de meses a días), una interesante reducción de costes y una experiencia de usuario más consistente a lo largo de toda la organización.  Sin embargo, sigue siendo más que recomendable que los usuarios tengan ciertos conocimientos técnicos y hay que tener en cuenta el papel que pueden jugar estas plataformas en entornos regulados. Con todo, la sensación general es que las ventajas superan a los posibles inconvenientes. 

De hecho, esta agilidad en los tiempos está consiguiendo que la adopción de estas plataformas vaya en aumento, con estudios que señalan que en 2022, cuatro de cada diez empresas están utilizando este tipo de plataformas para crear soluciones de misión crítica para sus operaciones de negocio;  o que los empleados que no cuentan con una base tecnológica, se vean cada vez más implicados en tareas relacionadas directamente con las TIC dentro de sus organizaciones.  

Pero si este es el escenario de las grandes cifras, en MCPRO hemos querido conocer de qué forma se están desarrollando estas plataformas en España y sobre todo qué respuesta están encontrando por parte de las empresas. Para ello, en colaboración con OutSystems y Altia, hemos celebrado “Plataformas Low-Code: Transforme su negocio a tiempo y con agilidad”  un encuentro en el que hemos contado con la participación en un formato de comida-mesa redonda, de los responsables técnicos de algunas de las empresas más destacadas en sectores como banca, seguros, educación o sanidad. 

Concretamente, en nuestro encuentro hemos tenido la oportunidad de intercambiar impresiones con José Manuel Gonzalez (director de infraestructura de EVO Banco), Beatriz Rodríguez Gómez, (directora de proyectos de transformación digital de RocaJunyent), Pablo González Moro, (managing director de Futurs – Grupo Sanitario Ribera), Rodrigo Rey, (product manager de ecosistema digital de LaLiga Tech), Germán Riesgo Moreno, (director de sistemas de ALD Automotive), Luis J. Ríos Pita, (director de másteres y programas superiores de tecnología en ESIC Business & Marketing School), Armando Nieto Ranero (presidente de Divina Seguros), Pedro Sacristán (subdirector de tecnología de Mapfre), Manuel Moro (gerente de operaciones del aérea de tecnología Grupo Banco Caminos), Jesús Yáñez (socio de IT y Ciberseguridad de Écija), Sergio Garcia Desplat (Country Leader de OutSystems) e Inés Ruiz Múzquiz, (gerente de desarrollo de negocio low-code de Altia).

El evento ha sido moderado por Gustavo de Porcellinis, director comercial de TPNET y por Rodolfo de  Juana, coordinador editorial de MCPRO. A continuación, algunas de las conclusiones más interesantes a las que se llegaron a lo largo del encuentro.

Más colaboración entre el departamento IT y el negocio

Que las plataformas de low-code han entrado como un vendaval en las empresas es algo que en cierta medida, ha cogido desprevenidos de los responsables de transformación digital. Por un lado porque como hemos visto, han descubierto que hay una forma mucho más ágil de desarrollar aplicaciones, pero también porque se difuminan los límites entre el departamento de TI y el resto del negocio.

Así las cosas, la puesta en marcha de estas plataformas obliga a los departamentos a repensar (hasta cierta medida) el papel que van a jugar en la organización. Aquí, como señala Manuel Moreno, es importante que los departamentos TIC “no sean ‘stoppers’, sino que acompañen y empoderen a los trabajadores” y precisamente, el peso que tiene que tener ese acompañamiento ha sido uno de los temas que más se ha destacado a lo largo del debate. 

En primer lugar, por los conocimientos que puedan tener los usuarios que no pertenezcan al departamento de sistemas: “no puede haber una democratización del dato si no hay formación. En realidad se necesita que el que vaya a usar esta plataformas tenga ciertos conocimientos técnicos” asegura Armando Nieto. Pero también, por saber quién hace qué y por qué (“para evitar el posible recelo de IT hay que tener muy claro el tipo de usuario que va a usar la plataforma” – Rodrigo Rey) o cómo acaba por garantizarse el uso y la buena salud de un desarrollo (“constantemente hay que hacer una labor de consultoría, que además pase por saber implicar a negocio” – Germán Riesgo).

En este sentido, casi todos coinciden en señalar, tal y como acaba verbalizando Luis J. Ríos Pita que en última instancia lo importante “es encontrar un punto medio entre el departamento IT y negocio. Y en este punto medio,  el low-code tiene un papel y va a seguir teniendo un papel muy interesante que jugar”; especialmente si tenemos en cuenta que como también añade Riesgo, “en España hay una nueva generación que sí que viene con conocimientos tecnológicos y que puede aprovechar estas herramientas, si además cuenta con el acompañamiento adecuado”.

Seguridad y entornos altamente regulados

Durante muchos años, los departamentos de sistemas han visto en la proliferación de archivos Excel y Access a lo largo de las organizaciones, uno de los principales problemas a la que hora de controlar el flujo de información, asegurar la coherencia de los datos y una vez más, entender quién hace qué y qué implicaciones puede tener desde el punto de vista de la seguridad e incluso, de la privacidad de lo que se comparte. Y es cierto: la extensión en el uso de plataformas low-code puede implicar ciertos riesgos en este mismo terreno. Pero también no lo es menos, que el grado de control que se tiene sobre las mismas es mucho mayor, que sobre archivos que literalmente vuelan “de mesa en mesa” en muchas ocasiones con escaso control.

Así lo expresa por ejemplo Pedro Sacristán, cuando indica que uno de los objetivos de Mapfre al implementar estas plataformas es que el personal “entienda que tiene herramientas que puede utilizar y con las que puede experimentar, por mucho que haya cosas que no puedes dejar en manos del low-code. Queremos en ese sentido, erradicar el uso del Excel o el Access”.

Y esto es especialmente interesante cuando quienes hablan son representantes de sectores tan altamente regulados como pueden ser banca o seguros, en los que las herramientas tecnológicas y la auditoría que se hace del uso de los datos es exhaustiva. Incluso en territorios tan refractarios al uso de nuevas tecnologías como puede ser en ocasiones el sector legal, el uso de estas plataformas puede suponer una ventaja competitiva, si se hace con compliance y garantías de seguridad. 

Beatriz Rodríguez afirma en este sentido que “las plataformas de low-code pueden ser útiles para mejorar la capacidad de transformación digital y de adaptación a nuevos procesos de sectores que tradicionalmente tienen reticencia a utilizar nuevas herramientas tecnológicas”, a lo que Jesús Yáñez añade que “incluso en un sector tan regulado como el nuestro (legal), el uso del low-code ha demostrado ser tremendamente eficaz para agilizar por ejemplo la firma de contratos”.

¿Pero equivale esta progresiva democratización a asegurar que nos dirigimos hacia un futuro escenario de Citizen-Developers en las organizaciones? Esto es algo que en última instancia y al menos de momento, ninguno de los asistentes a nuestro debate acaba de tener tan claro. Y este sentir de un “sí, pero tal vez no tan deprisa como podríamos creer”, lo expresa José Manuel González cuando dice que “es complejo que se llegue a un entorno de ciudadanos desarrolladores por que al final lo que se necesitan son personas que tras un proyecto sencillo inicial, tengan muy claro qué están haciendo y cómo trabajar realmente con los datos (por no hablar de otros detalles técnicos), por lo que desde luego ahora los que más van a sacar partido de los entornos low-code son los profesionales de IT” … por mucho que como también asegura Pablo González, tal vez hacia lo que en realidad nos dirijamos a medio plazo sea a “departamentos de TI más líquidos, más híbridos con el resto de la organización, sea en low-code o en otros entornos”. 

Agilizar procesos: desarrollar más y en menos tiempo

Pero ya sea en manos de esos ciudadanos desarrolladores, ya sea en manos de los profesionales de IT, lo que sí que parece demostrado es que las plataformas de low-code permiten desarrollar más y en menos tiempo.

A lo largo de la comida, Sergio García Desplat alude precisamente a un estudio encargado por OutSystems y en el que han participado más de 800 programadores de todo el mundo y que refleja que el uso de este tipo de plataformas está mejorando su trabajo de dos maneras: proporcionándoles medios para acelerar el desarrollo y despliegue de software y convirtiéndoles en facilitadores del acceso al desarrollo para otros empleados que en sus empresas no tienen esa experiencia. Esto además no implica que se deje de lado el uso de otros lenguajes y herramientas. El mismo estudio indica que el 59% de los usuarios de estas plataformas, utiliza otros lenguajes de programación “convencionales” al mismo tiempo, lo que redunda en una mayor productividad de sus equipos.

A esto, Inés Ruiz añade que “la experiencia que tenemos y así se lo decimos a los clientes, es que es low-code te permite hacer entres tres y cinco veces más. Es muy importante saber determinar dónde y de qué forma se quieren llevar a cabo los primeros proyectos, pero lo normal es que una vez que las personas se familiarizan con el uso de la plataforma, se triplique la velocidad de entrega de software”.

Es un extremo en el que coinciden casi todos los asistentes y en el que Armando Nieto Ranero asegura que en realidad para el low-code no hay vuelta atrás: “el low-code se va imponiendo aunque no queramos. Pensemos que incluso un entorno como .Net es low-code. ¿Quién va a renunciar a entornos que permiten que proyectos que antes tardábamos tres meses, puedan realizarse en tres horas?”

¿Qué preocupa entonces? Más allá de lo que hemos visto hasta ahora y es quién tiene acceso a qué o de qué forma se implican negocio y sistemas, el pasar a depender de unas plataformas que, como en el caso del cloud, es fácil entrar pero a simple vista no está tan claro hasta qué punto puede llegar el nivel de dependencia, o cómo indica José Manuel González “como en el caso de las cargas que subimos a la nube, también en el uso de herramientas de low-code puede ser una buena idea tener un Plan B”.

Pero siendo esto así e incluso como indica Sergio García Desplat, “aún estamos en las primeras etapas del desarrollo de las plataformas low-code – nos encontramos en la misma situación que el cloud computing hace diez años, pero con una mayor aceleración” – nadie duda de que como puntualiza Beatriz Rodríguez, “para muchas empresas, especialmente para las pymes, el low-code va a suponer un antes y un después a la hora de facilitar sus tareas de desarrollo”.

Compañías como Outsystems son las que proporcionan plataformas los-code pensadas para que los desarrolladores puedan crear y gestionar rápidamente sus aplicaciones, gracias a características como su completa integración con full-stock, su compatibilidad con metodologías Agile o su arquitectura escalable.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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