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El empresario Chuck Feeney, un ejemplo a seguir

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Chuck Feeney

Con el cambio de año siempre llegan los buenos propósitos: dejar de fumar, ir al gimnasio, estar más atento de familia y amigos, colaborar con esa ONG cuyas actividades siempre nos han gustado… Desgraciadamente, en muchos casos esas buenas intenciones no son capaces de resistir ni siquiera la cuesta de enero, y pronto sustituimos las buenas intenciones por el pudor que nos produce el saber que, un año más, tendremos que guardar los propósitos para verano, o para el año que viene. Una buena manera de evitar que esto ocurra es buscar un referente que, por una u otra razón, nos parezca un ejemplo a seguir. Y para facilitarnos esa tarea Forbes ha elegido este año un referente que, aunque no es un conocido por el gran público, sí que ha sido referente para algunos nombres que nos resultarán bastante más familiares. Estoy hablando de Chuck Feeney, y en breve entenderás la razón por la que es una persona ejemplar.

Seguramente, si te cuento que el origen de su éxito profesional son las ubicuas tiendas libres de impuestos de los aeropuertos. Sí, esas que en su momento ofrecían una pequeña selección de productos, que generalmente están sujetos a una importante carga arancelaria, y que gracias a la singularidad fiscal de las áreas de embarque de los aeropuertos, podían ser vendidos en las mismas sin dichos impuestos. Hoy se han convertido en un bazar de todo tipo de productos, tanto locales y que pueden (y suelen) ser comprados a modo de souvenir, como otros que podemos encontrar tanto en Madrid como en Madrás (especial mención merece la barra gigante de Toblerone). No es que él las inventara, pero sí que en la década de los sesenta, junto con un socio, creó la corporación Duty Free Shoppers que, con los años no dejó de crecer a lo largo y ancho del mundo, hasta convertirse en un gigante.

Con parte de la fortuna que hizo con las tiendas de aeropuerto, Chuck Feeney puso en marcha Atlantic Capital, un fondo de inversión que desde los años ochenta ha participado en las inversiones iniciales de muchas empresas, algo que ha servido para que, con los años, su fortuna se haya incrementado de manera considerable. Sin embargo, nada de esto es lo que lo convierte en un referente al hay que observar es su filantropía. Y es que, desde 1982, y en la inmensa mayoría de las ocasiones de manera anónima, ha donado la inmensa mayoría de su patrimonio, hasta alcanzar los 8.000 millones de dólares.

Además, gracias a su ejemplo (hablamos de uno de los primeros multimillonarios que han donado la inmensa parte de su fortuna en vida), otros multimillonarios filántropos como Warren Buffet, Bill Gates o, más recientemente, Mark Zuckerberg, han decidido contribuir a crear un mundo mejor, y han reconocido que lo han hecho siguiendo el ejemplo de Feeney.

 

Imagen: Cornell Chronicle

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