Los problemas provocados por la escasez de chips pueden llegar hasta a las tarjetas de pago

Después de ocasionar problemas de suministro y cuellos de botella en sectores como el de los electrodomésticos, los smartphones, los coches, los ordenadores o las videoconsolas; la escasez de chips actual puede llegar incluso a provocar problemas en otro que pocos podrían imaginar que resultaría afectado: las tarjetas de pago. Tanto de crédito como de débito.

Esta escasez, que según muchos expertos no cesará hasta finales de 2022 y que incluso podría prolongarse hasta 2023, puede hacer que los componentes necesarios par fabricarlas empiecen a escasear de manera preocupante, según la Asociación de pagos inteligentes (SPA), un organismo que agrupa a entidades relacionadas con las tarjetas de crédito y débito y con el sector de los pagos móviles.

En la actualidad, los cuellos de botella que están afectando a la producción de semiconductores ya está afectando a algunos fabricantes de tarjetas, que tienen dificultades para conseguir los componentes que necesitan para fabricarlas. Y dado que la situación parece que va a continuar al menos un año, esto podría llegar a causar problemas a los consumidores.

Según Jacques Doucerain, Presidente de la SPA, «si la situación no mejora, va a haber retrasos en la fabricación de millones de tarjetas, lo que tendrá un impacto directo en los consumidores de todo el mundo, que no podrán conseguir una tarjeta bancaria, o renovar su tarjeta de crédito. Sin tarjetas, no se puede pagar en tiendas, ni online, ni retirar dinero«.

Las tarjetas de pago se usan ya en el 90% de las transacciones que no se realizan en metálico, y hasta el 60% de los pagos online se hacen con ellas. Incluso se emplean en soluciones de monedero digital. Prácticamente cada vez que se abre una cuenta bancaria se emite al menos una tarjeta, que tiene que renovarse cada cierto tiempo, cuando se cumple su fecha de caducidad. También hay que cambiarlas si dejan de funcionar, se pierden o sus datos quedan comprometidos. Según la SPA, se fabrican y entregan unos 3.000 millones de tarjetas de pago en todo el mundo cada año.

La gran mayoría de estas tarjetas son consideradas inteligentes, porque contienen un chip, altamente securizado, que almacena los datos necesarios para procesar una transacción. El estándar más común para los pagos inteligentes es el conocido como EMV (Europay, MasterCard y Visa) y se utiliza en todo el mundo para transacciones con contacto, sin contacto y móviles. Por eso, asegurar un suministro adecuado es, por tanto, clave para las empresas y los consumidores en todo el mundo.

Según las estimaciones de la SPA, el sector de las tarjetas de pago comenzará a verse afectado por la escasez de chips, si la situación no cambia, en la segunda mitad de 2021, y empeorará en 2022. Cuánto afectará dependerá, según la asociación, de las prioridades de los fabricantes de chips. Si no dan más prioridad a los fabricantes de tarjetas, más críticas para la economía, y deciden dárselas, por ejemplo, a los fabricantes de smartphones, puede haber problemas de suministro de tarjetas.

La SPA ha tomado ya medidas, de acuerdo con los bancos centrales y varios organismos gubernamentales, para conseguir más prioridad en la producción de chips, solicitando un reparto más justo de los chips por sectores. Según Doucerain, «los problemas en la emisión de tarjetas tendrían un impacto negativo inmediato en los consumidores, las tiendas y los bancos. En una situación de reparto de la capacidad de las fábricas de obleas, el reparto a tarjetas bancarias debe tener prioridad. SPA lo está manifestando ahora porque todavía hay tiempo para mejorar la situación, siempre y cuando el sector de los semiconductores modifique sus prioridades«.