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Neutralidad de la red: ventajas e ¿inconvenientes?

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¿A quién le gusta Joni Mitchell? Para mi gusto es una de las compositoras más intimistas y profundas que nos ha regalado la música del siglo XX (sí, sé que sigue activa, pero sus orígenes musicales vienen de la década de los sesenta del siglo pasado). Y, aunque es difícil, si tuviera que elegir solo una de entre todas sus obras, creo que me quedo con Both Sides Now, un poema cantado en el que, en poco más de cinco minutos habla de las nubes, del amor y de la vida, y en todos los casos lo hace desde sus dos caras. Recordemos el verso dedicado a las nubes:

Rows and flows of angel hair , and ice cream castles in the air. And feather canyons everywhere, I’ve looked at clouds that way.

But now they only block the sun, they rain and snow on everyone. So many things I would have done, but clouds got in my way.

I’ve looked at clouds from both sides now, from up and down and still somehow, It’s cloud’s illusions I recall… I really don’t know clouds at all.

Cuánto pueden cambiar las nubes dependiendo de cómo las observemos, ¿verdad? Desde castillos flotantes de helado hasta obstáculos que nos niegan el sol y algunas metas.

¿Y por qué digo esto? ¿Por qué hablo ahora de Joni Mitchell? Pues porque esa canción, escuchada cada cierto tiempo, nos sirve (al menos a mí) para recordarnos que, siempre, en todo, hay al menos dos caras, y que si queremos entender algo, es imprescindible que nos aproximemos a todas las facetas de esa poliédrica realidad, pues de lo contrario, aún con el más absoluto convencimiento de nuestros postulados, podemos quedarnos a medias. Siempre, y en todo (desde enfrentamientos políticos hasta gustos culinarios), debemos pararnos a buscar las both sides de las que nos habla la canadiense, incluso en temas como los que parece tan claro y lógico decantarse en un sentido, como ocurre sin duda con la neutralidad de la red.

Dejo claro, antes de seguir, que mi opinión personal es, sin duda, a favor de la misma. Es más, tengo el firme convencimiento de que la evolución de Internet estos últimos dos años no habría sido posible de no ser por su existencia. Gracias a dicho principio, todos los paquetes de datos que componen en tráfico de Internet debían ser tratados de igual manera por parte de las redes gestionadas por las telecos. Igualdad de condiciones para todo y para todos. Llevo pensando esto muchos años, y me reconforta pensar que algunos de los «padres» de Internet opinan igual. Sin embargo, y por muy clara que tenga mi posición a este respecto, creo que es interesante buscar posibles aspectos positivos de «la otra parte», es decir, de la desregulación de la misma llevada a cabo la semana pasada por la administración Trump.

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Las ventajas son obvias, evidentes: basta con ver cómo ha evolucionado Internet los últimos 20-25 años para comprobar, sin duda alguna, que la neutralidad de la red ha sido un factor clave en el desarrollo del modelo de Internet que tenemos hoy. A día de hoy cuesta recordarlo, pero en su momento empresas como Yahoo!, Google, eBay, Amazon, Netflix, etcétera, fueron el pez más pequeño de la pecera. Así pues, ¿qué habría pasado si, a golpe de talonario, las que entonces eran «las grandes» hubieran pagado por lograr que su tráfico de Internet fuera priorizado con respeto al resto? Es fácil de imaginar: The Microsoft Network (por poner solo un ejemplo) habría sido un gran éxito, y no un fiasco para los de Redmond.

Sin embargo, ya lo decía antes: vamos a intentar encontrar posibles efectos positivos de la desaparición de la neutralidad de la red. No es fácil, eso ya lo digo de antemano, pero dándole vueltas a la cabeza se me ocurre una interesante posibilidad. A día de hoy, en Estados Unidos, los operadores de red ya pueden establecer sus propias normas para priorizar unos paquetes con respecto a otros, y esto pueden repercutirlo en el usuario o en el servicio, y me explico: hasta ahora, un ejemplo muy recurrente es que, el operador X, decida empezar a cobrar, a sus usuarios, un suplemento para «abrir el tubo» (conceder prioridad, vaya) en sus conexiones a Netflix. Y digo el servicio de vídeo online como podría referirme a cualquier otro servicio online.

Ahora bien, ¿qué ocurriría si las «telecos» no apuntan a los clientes, sino a las empresas prestadoras de servicios? Aunque pasó con más pena que gloria, César Alierta ya planteó la posibilidad de cobrar a Google por «usar» sus redes. Parecía un disparate, ¿verdad? Sin embargo, a día de hoy, con la caída de la neutralidad de la red en Estados Unidos, este escenario cobra mucho más sentido. Y sí, si estas empresas tienen que asumir esos pagos, es más que probable que éstas busquen (y encuentren) la manera de repercutir dicho pago en sus clientes (cuotas más altas, más publicidad, etcétera). Sin embargo, esto podría dar lugar a una situación llamativa: las nuevas empresas y servicios, que por su pequeño volumen todavía no serían «objetivo» de las telecos, contarían con una cierta ventaja competitiva, ya que no tendrían que asumir los costes que sí que les serían impuestos a las grandes. Su pequeño tamaño sería, en este caso, una ventaja.

Claro, esto es solo una teoría. En realidad ahora todo depende de los pasos que decidan dar las operadoras. Hay algunas voces que apuntan a que es posible que, ante el revuelo armado, de momento no hagan nada, pero esto es poco realista. Lo cierto es que han sido precisamente estas empresas las que han hecho más lobby para acabar con la neutralidad de la red, por lo que lo más probable es que empiecen a sacarle partido lo antes posible a esta desregulación.

Así pues, lo único que está claro es que, quienes salen ganando con este cambio son las operadoras. Ahora habrá que esperar para ver qué pasos dan estas, y si consiguen encontrar el equilibrio entre respetar razonablemente la naturaleza de Internet desde que ésta existe, y sacar partido a su nueva y ventajosa situación. Los próximos meses van a ser determinantes en lo referido al futuro de la red de redes, habrá que observarlo con muchísima atención.

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