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Donald Trump pide el cese de relaciones con empresas chinas

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Las tensiones entre China y Estados Unidos van en aumento. La guerra comercial que libran ambos países sigue escalando, como vimos hace unos días tras confirmarse la subida de aranceles por parte de la administración de Xi Jinping, y ahora hemos podido confirmar que Donald Trump está pidiendo a las empresas estadounidenses que busquen la manera de cesar sus relaciones con empresas chinas.

El objetivo de Donald Trump es muy sencillo, limitar las relaciones de las empresas estadounidenses con las empresas chinas y mover, siempre que sea posible, parte de la producción que tiene lugar en China para que genere trabajo y recursos en Estados Unidos. Esto permitiría ejercer una mayor presión sobre el gobierno de Xi Jinping, pero está claro que no es un objetivo sencillo.

Si leemos el comentario del presidente de Estados Unidos todo suena muy patriótico, tanto que «sabe a victoria», pero la realidad es muy distinta. Trump dice que Estados Unidos no necesita a China, y que quiere que sus empresas busquen soluciones alternativas para poder producir sus productos a nivel local, algo que, ni es cierto ni tampoco viable.

Producir en China tiene dos grandes ventajas para las grandes tecnológicas: les da acceso a una cadena de fabricación altamente especializada y preparada para sacar adelante grandes cargas de trabajo en un tiempo récord, y además les permite mantener un bajo coste de mano de obra. Mover la producción a Estados Unidos elevaría los costes y reduciría la capacidad productiva, lo que haría, en resumen, que las empresas fuesen mucho menos competitivas.

Numerosos expertos, incluido Bill Reinsch, un antiguo oficial del Departamento de Comercio de Estados Unidos, ha confirmado que Trump tiene pocas alternativas a China, y que una operación como la que propone podía llevar años y resultar excesivamente cara. Su conclusión es simple, desde un punto de vista económico no tiene prácticamente ningún sentido.

A título personal creo que salta a la vista que el presidente de Estados Unidos subestimó la capacidad de respuesta de China cuando se embarcó en su cruzada comercial, y ahora está intentando buscar formas de presionar a un país que tiene la cadena productiva más importante dentro de la industria tecnológica, y que es, por tanto, una pieza clave para las grandes tecnológicas estadounidenses.

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