China invierte para romper su dependencia de Estados Unidos

La guerra comercial que libran Estados Unidos y China ha dado pie a situaciones muy complicadas que van más allá del tema de los aranceles. El veto de la Administración Trump a varias empresas chinas ha puesto de relieve, una vez más, el problema que ya vimos tras el caso ZTE: su excesiva dependencia de software y hardware estadounidense.

Para entenderlo mejor basta con un par de ejemplos. Muchos vendedores de smartphones, Xiaomi incluida, dependen de los SoCs Snapdragon que comercializa Qualcomm, una compañía afincada en San Diego, y lo mismo ocurre con Android, un sistema operativo que depende de los servicios de Google para ofrecer la experiencia que todos conocemos, una empresa que tiene su sede en Mountain View.

Si Estados Unidos veta a una compañía china que se dedique al sector smartphone y que dependa de Qualcomm y Google su situación se volvería muy complicada, ya que se quedaría sin SoCs y sin sistema operativo. Huawei ha pasado recientemente por esa situación y no ha tenido más remedio que utilizar una versión de Android sin los servicios de Google, aunque el gigante chino tiene la suerte de contar con sus propios SoCs Kirin basados en ARM.

China es consciente de esta realidad, sabe que tiene que seguir reduciendo su dependencia de Estados Unidos, y por ello está trabajando en varios frentes. Por ejemplo, hace poco empezaron a producir su propia memoria RAM, y ahora el gobierno ha confirmado el lanzamiento de una inversión masiva de casi 29.000 millones de dólares que estará dirigida a mejorar su posición en el campo de los semiconductores.

No debería sorprendernos, China es el mayor importador de chips a nivel global. Esto no era un problema, pero el deterioro de las relaciones comerciales con Estados Unidos y la presión que la Administración Trump ha lanzado a nivel internacional para ponerle las cosas más difíciles al gobierno de Xi Jinping han despertado al gigante asiático.

La industria de los semiconductores es una pieza clave dentro del mundillo tecnológico, pero su complejidad solo es comparable a los altos costes que presenta, así que ni siquiera un gigante del calibre de China lo tiene fácil para lograr una posición competitiva en este sector. Solo el tiempo nos dirá si esas grandes inversiones acaban dando sus frutos, o si por el contrario acaban cayendo en saco roto.