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Edge Computing: casi todo lo que tienes que saber

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Si hace unas semanas os hablábamos de cómo el serverless computing se está convirtiendo en una de las tendencias tecnológicas a las que más hay que prestar atención en los próximos años, hoy llega el turno del Edge Computing, una de las tecnologías que más se van a beneficiar del despliegue de redes 5G y que va a tener mucho que decir en la popularización y adopción masiva del IoT.

De forma resumida, podríamos definir el Edge Computing como la tecnología que permite que los datos que producen los dispositivos IoT sean procesados en el lugar en el que se generan (una plataforma petrolífera, un coche conectado, una planta industrial, etc.), evitando tener que enviarlos en su conjunto hasta un data center externo o a una plataforma cloud.

De esta forma, las empresas que apuestan por utilizar infraestructuras edge ganan la capacidad descartar datos que solamente son «ruido» para analizar los que realmente importan en tiempo real, una necesidad cada vez más crítica para compañías de sectores como el industrial, sanidad, finanzas o telecomunicaciones.

Gracias a las infraestructuas edge las compañías aligeran el táfico de red y evitan los «cuellos de botella» que se pueden producir en centros de datos y plataformas, mejorando además enormememente en términos de latencia.

¿Cómo se configura una infraestructura de Edge Computing?

Aunque una infraestructura edge puede configurarse de múltiples formas, lo más habitual es ver este tipo de despliegue como una red de «micro-data centers» que procesan o almacenan la información que reciben de todo tipo de dispositivos IoT, para después «empujarla» hacia un centro de datos central (en las propias instalaciones de la empresa) o en ocasiones, a una plataforma cloud que, como en el caso de Azure Stack, puede ser on premises.

En una configuración edge, el grueso del procesamiento de los datos se realiza siempre a nivel local, de modo que se reduzca drásticamente el volumen de tráfico se se envía a través de la red corporativa y de ahí, al cloud. En este escenario, los centros de proceso de datos que forman parte del edge suelen presentante como dispositivos small form factor que incluyen capacidad de almacenamiento, computación y conectividad, en ocasiones no mucho más grandes que una caja de zapatos.

Hemos apuntado que obtener una menor latencia y poder procesar datos en tiempo real es uno de los principales motivos por los que a las compañías les puede interesar apostar por una infraestructura de Edge Computing. No es sin embargo el único. Mejorar la conectividad y la velocidad de transferencia de datos de los sensores IoT, o incluso que esa transferencia pueda realizarse en espacios en los que no es posible acceder a la Red (como puede ser una mina o en un oleoducto) suelen justificar muchas de las inversiones que actualmente se hacen en este campo. Veamos un ejemplo práctico.

En una planta de extracción de gas, que dispone de cientos de sensores de IoT, generando información 24 horas al día, siete días a la semana. ¿De verdad resulta interesante acometer la inversión que supondría enviar constantemente la enormidad de la información que se genera cada día al servidor central de la compañía? ¿Sobre todo, cuando la mayor parte de esa información son informes de estado que indican que todo está funcionando tal y como debería? Evidentemente no. Lo interesante es procesar localmente toda esa información y remitir únicamente la que tiene una incidencia real en el desarrollo del negocio. Y de ahí, «la magia» que se consigue con una red edge.

Seguridad: ¿el «talón de aquiles» del Edge?

Pero si el Edge Computing es a todas luces una gran idea, sufre cuando lo analizamos desde el punto de vista de la seguridad. En primer lugar, porque no nos engañemos, la de los dispositivos IoT no es en estos momentos, todo lo buena que debería de ser.

Pero es que además, las principales críticas apuntan a la seguridad de la propia red edge. No olvidemos que los microdata centers que forman parte de una infraestructura de este tipo son «equipos sencillos» que no cuentan ni mucho menos con la sofistificación en materia de seguridad de un centro de datos completo. El conjunto de la infraestructura puede resultar en este sentido mucho más vulnerable a un ataque externo.

Y sin embargo no está todo perdido, porque por otro lado, muchos expertos también argumentan que en una infraestructura edge la seguridad es superior a la que se da en un entorno cloud, ya que la mayor parte de los datos no «viajan» por la Red; al contrario, permanecen mucho más cerca del dispositivo que los ha generado y por lo tanto, menos expuestos.

Un ataque del tipo «man in the middle» por ejemplo es muy improbable en este entorno, ya que se reducen enormemente los posibles vectores de ataque. Además, afirman sus defensores, cuantos menos datos se envían a un centro de datos o a una infraestructura cloud, menos datos quedan expuestos en el caso que un dispositivo se muestre vulnerable.

La pregunta no es por lo tanto si a una empresa le conviene poner en marcha una infraestructura de edge computing, sino si dispone de las capacidades técnicas y el talento humano para que esa infrastructura sea segura. Apostar por la transmisión encriptada de los datos, usar de forma exclusiva conexiones VPN y monitorizar de forma exahustiva el control de acceso son algunas de las recetas que se pueden y deben ponerse en marcha.

Diccionario de Edge Computing

Como muchas otras tecnologías, a la hora de hablar de edge computing, conviene familiarizarse con los términos que la describen y que nos ayudan a comprender de qué forma funciona. Los principales en este caso, son los siguientes:

Edge: La definición de edge depende sobre todo del caso de uso o en el sector en el que nos encontremos. En el campo de las telecomunicaciones, el edge puede estar formado por los teléfonos móviles y las propias antenas. En la industria automovilística, el edge puede ser el propio vehículo conectado; en la industria puede estar formado por robots inteligentes y en una multinacional puede ser incluso un ordenador portátil.

Dispositivos edge: Cada uno de los dispositivos que generan datos, desde sensores IoT, maquinaria industrial u otros aparatos.

Edge gateway: Es la puerta de entrada que separa el procesamiento de los datos que se realiza en edge y la red más amplia (fog network) en la que posteriormente se distribuyen.

Cliente «fat»: Software capaz de procesar datos en los dispositivos edge. No es lo mismo que el cliente «thin», que es el que se encarga de transmitir los datos.

Equipamiento Edge Computing: En el campo del Edge Computing podemos encontrar una gran variedad de equipos. Por un lado, podemos contar con dispositivos, sensores, máquinas industriales, etc. que pueden pasar a formar parte de una red edge con solo conectarlos a Internet.

Por otro lado, muchos fabricantes comercializan dispositivos y equipos informáticos especialmente diseñados para su trabajo en edge, desde pequeños servidores a sistemas de hiperconvergencia o incluso, soluciones específicas de almacenamiento como puede ser AWS Snowball.

Mobile edge computing: Equipos y dispositivos edge pensados para explotar las nuevas redes de telecomunicaciones, especialmente en el espectro del 5G.

 

 

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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