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Telegram: la hora de la verdad

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Nos lo contaban hace unos días nuestros compañeros de MC. Telegram, la popular plataforma de mensajería instantánea acaba de alcanzar los 400 millones de usuarios activos mensuales.El crecimiento ha sido especialmente rápido en el último año, si tenemos en cuenta que la compañía anunciaba sus 300 millones de usuarios el pasado mes de octubre.

Fundada por Pavel Durov (el mismo que desarrolló la popular red social rusa VK), desde la plataforma aseguran que suman 1,5 millones de usuarios cada día que pasa y que se ha convertido en la plataforma de mensajería instantánea más descargada en más de 20 mercados. Sus números, aunque desde luego impresionan, todavía la mantienen alejada de la omnipresente WhatsApp que en estos momentos ya suma más de 2.000 millones de usuarios (Telegram aspira a llegar a los 1.000 millones en el año 2022). Así las cosas, cabe preguntarse en primer lugar qué es lo que quiere conseguir y si la plataforma puede llegar a ser rentable.

Gram: la moneda que no llega

Hasta el momento, sólo la fortuna personal de Pavel Durov junto a la de algunos VCs ha mantenido a flote el desarrollo de Telegram:no cobra nada a sus usuarios y tampoco vive de la publicidad.

Tampoco parece en estos momentos que tenga un plan bien definido para generar vías de ingresos. Es cierto, que de vez en cuando se escuchan rumores de que la aplicación podría pasar a ofrecerse en una modalidad freemium (y el inminente estreno de su servicio de videollamadas podría ser una posibilidad) pero no es algo que se haya llegado a concretar.

Lo más parecido a una posible vía de monetización de su App la entrevimos en 2018, cuando la empresa anunció que lanzaría su propia criptomoneda (Gram) y su red descentralizada TON (Telegram Open Network) para lo cual consiguió “levantar” 1,7 billones de dólares en Silicon Valley.

Lo cierto es que el lanzamiento fue cuanto menos accidentado. La intención de la compañía pasaba por que Gram y TON desarrollasen con el paso del tiempo una serie de servicios financieros que incluyesen pagos P2P o envíos de remesas. Además utilizando su red “blockchain” servirían como espacio para el almacenamiento verificado de archivos, navegación “sin censura” y el desarrollo de aplicaciones descentralizadas alojadas en la plataforma. Según su declaración original, su intención era que con la emisión de Gram pudiesen recaudarse 1.200 millones de dólares. En estos momentos sin embargo todo está en el aire.

El pasado mes de enero la compañía hizo público un comunicado en el que sigue trabajando » en la construcción de la plataforma TON Blockchain y estamos elaborado los detalles exactos para asegurar que TON y Gram puedan cumplir con todas las leyes y regulaciones relevantes». A día de hoy, dos años después del primer anuncio, la plataforma sigue en desarrollo y sigue sin ser posible la adquisición de Grams en el mercado.

Tampoco es que haya un horizonte temporal bien definido.Tras la espantada de los inversores de Libra (la criptomoneda auspiciada por Facebook)y una presión cada vez más intensa de los reguladores que temen que estas monedas sirvan como vía de lavado de dinero,puede que tampoco lleguemos a ver Gram según su concepción original.

Seguridad y privacidad como mercado potencial

Si finalmente Telegram no puede vivir de su moneda virtual, sí que podría hacerlo en un futuro de dos de los mercados que más domina: seguridad y privacidad.

La compañía se ha ganado una justa fama de ser capaz de catalizar cualquier forma de protesta y descontento social.En julio de 2019, la aplicación experimentó un crecimiento del 323% coincidiendo con las protestas pro-democráticas en Honk-Kong. En países como Irán o Rusia, donde la aplicación ha sido bloqueada, sigue encontrándose entre las más populares gracias al uso de VPNs e incluso en España, coincidiendo con las protestas independentistas organizadas por el movimiento tsunami democratic vivió un crecimiento exponencial.

La compañía se ha ganado una justa fama de no colaborar con las autoridades de ningún país salvo que detecte los delitos más graves (por ejemplo, casos pederastia) y para muchos es un oasis de libertad. En la otra cara de la moneda sin embargo, la libertad que ofrece la compañía a sus usuarios la ha convertido en la herramienta perfecta para compartir de forma ilegal contenidos protegidos por derechos de autor y otra serie de actividades que fuera del activismo político, podrían ser tachadas de ilegales. **Es el precio a pagar. **

La empresa se encuentra por lo tanto frente a un reto mayúsculo: convencer a sus usuarios que en el mundo del “todo gatis” privacidad y seguridad tienen un precio. ¿Veremos por lo tanto ese Telegram Premium del que hablábamos antes? ¿Uno que incorpore aún más medidas de seguridad y por el que incluso el usuario de a pie esté dispuesto a pagar?

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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