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Lenovo y Motorola, ¿qué ha salido mal?

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Lenovo

Pronto se cumplirán tres años desde aquel 29 de enero en el que Lenovo anunció la compra de Motorola a su entonces propietario, Google, que a su vez se había hecho con ella solo dos años y medio antes, en agosto de 2011. Las cifras para Google no fueron particularmente positivas: compró por 12.500 millones de dólares y vendió por 2.910, es decir, perdió casi 10.000 millones de dólares en la operación. Esto ya fue un indicador de los riesgos que asumía la china con la compra, pero eso no pareció preocupar a sus directivos, como recuerda hoy The Wall Street Journal. Es más, reforzó su confianza.

Y es que, una vez concluida la operación iniciada en enero (y que finalizó en octubre de 2014), el CEO de Lenovo, Yang Yuanqing, prometió que la marca volvería a ser un líder mundial en su sector. En concreto, según recuerdan algunos asistentes a dicha conferencia, llegó a afirmar que se convertiría en el tercer fabricante mundial por volumen de unidades vendidas. ¿Y de dónde salía su confianza? Nadie duda de que del éxito de la anterior gran adquisición de la compañía, cuando se hizo con la maltrecha unidad de ordenadores de IBM y no solo la reflotó, sino que fue una de sus principales bases para lograr su actual posición en ese mercado. Si fueron capaces una vez, ¿qué iba a impedir que el éxito se repitiera?

Pues en realidad son varias las posibles causas por las que su objetivo de convertirse en el tercero del mercado se antojan, en la actualidad, imposibles (actualmente ocupa la octava posición) y, por primera vez desde 2009, los resultados anuales de la compañía reflejan pérdidas. Según el propio CEO se resumen en esta frase “We underestimated the differences of the culture and the business model”, es decir, que no analizaron en profundidad tanto el mercado de la telefonía móvil en si mismo, como las particularidades del mismo en las distintas regiones del mundo.

La amenaza china

Y es que hay que tener en cuenta que, de un tiempo a esta parte, los reguladores occidentales han comenzado a analizar más de cerca a los inversores chinos que quieren adquirir empresas locales, un resquemor que surge tras comprobar que estas operaciones, al final, generan bastante menos empleo del previsto y esperado, y que además su posición en ciertos mercados puede comprometer la seguridad nacional. Pero ese no es el único recelo gubernamental, también las administraciones chinas empiezan a observar con ciertas dudas esas inversiones, ya que a día de hoy suponen una muy importante vía de fuga de capitales del gigante asiático.

Así, la fallida operación de compra, cuyos resultados quedan muy lejos (por debajo) de las optimistas previsiones de 2014, traen a primera línea los riegos a los que se exponen las empresas chinas que adquieren compañías occidentales sin hacer los debidos estudios, sino para asegurarse el éxito, sí al menos para minimizar los daños en caso de que algo salga mal, y no comprometer los resultados globales de la empresa (como le ha ocurrido a Lenovo), por una mala planificación y gestión de compras y adquisiciones.

Además, según varios empleados de ambas empresas, el proceso de integración de Motorola en Lenovo ha sido pobre y no efectivo, algo que no ocurrió en la operación con IBM. ¿Esto se debe a un error de gestión o a la confianza (no tanta como parecía) de los ejecutivos de la compañía? Sea como fuere, la empresa sobrevaloró su capacidad e infeavaloró tanto las condiciones de los distintos mercados (tanto el local como los de otras regiones) y el crecimiento de la competencia en el sector de la telefonía móvil. No olvidemos que, a día de hoy, diversos fabricantes chinos se disputan las primeras posiciones del mercado. Ni siquiera en Estados Unidos, mercado «natural» de la marca, han sido capaces de competir con Apple, Samsung o, incluso, marcas 100% chinas como ZTE.

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