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Apple niega el acceso al iPhone de Pensacola y desata la ira de Trump

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El choque entre Apple y el Gobierno de Estados Unidos es ya inevitable. Y es que la historia se repite. Si en 2016 la compañía se negó a facilitar al FBI el acceso al iPhone del perpetrador del tiroteo de San Bernardino (14 muertos y 21 heridos), ahora los de Cupertino se encuentran en un dilema similar tras el reciente tiroteo en una base militar en Pensacola (Florida) que ha causado tres muertos y varios heridos.

Como en aquella ocasión, la respuesta que ha dado Apple ha sido la misma. Respeta la privacidad de sus usuarios y en ningún caso desarrollará una puerta trasera para que los autoridades puedan acceder a los dispositivos de sus clientes. El problema es que Donald Trump no es ni mucho menos Barack Obama y los de Cupertino tienen que agarrarse, porque vienen curvas.

La primera la vimos el pasado 13 de enero cuando fiscal general del caso, William P.Barr calificó el tiroteo de Pensacola como un «acto de terrorismo» y solicitó de forma oficial a Apple que le diese acceso al iPhone del tirador, a la vez que denunciaba que la multinacional no había proporcionado al departamento de justifica una «ayuda significativa» para ayudarles a avanzar en este caso.

Por supuesto, la reacción de Donald Trump tampoco se hizo esperar y en uno de sus habituales e incendiarios tweets afirmó: «»Estamos ayudando a Apple todo el tiempo en COMERCIO y en muchos otros asuntos, y sin embargo se niegan a desbloquear teléfonos utilizados por asesinos, traficantes de drogas y otros elementos criminales violentos. Tendrán que dar un paso al frente y ayudar a nuestro gran país». ¿A qué ayuda se refiere Trump? Sin mencionarlo explícitamente, a la que ha recibido por parte de la Administración americana para sortear con éxito los efectos más perniciosos que tiene la actual guerra comercial que mantiene con China.

Un iPhone que se puede desbloquear

Lo que llama la atención a Apple en este caso es que al parecer las autoridades americanas no deberían tener ningún problema para acceder al iPhone del tirador de Pensacola. Ya lo hicieron en 2016, cuando utilizaron las herramientas proporcionadas por la empresas de seguridad Cellebrite y Grayshift. Y pueden porque mientras que en aquella ocasión consiguieron penetrar en el sistema de seguridad de lo que era un iPhone 5C, lo que ahora tienen entre manos es un iPhone 5, es decir un dispositivo aún más antiguo.

Dicho de otra forma, en Cupertino temen que todo este caso solo sea una cortina de humo que responde en realidad a un propósito mucho más ambicioso: forzar efectivamente a Apple a desarrollar esa puerta trasera siempre disponible para el FBI y otras autoridades que así lo requieran.

Esta es la línea en la que se ha pronunciado recientemente Barr, argumentando que «no depende de Apple elegir si brinda o no ayuda, ya que la Cuarta Enmienda permite el gobierno violar la privacidad individual en interés de la seguridad pública. La privacidad nunca ha sido un derecho absoluto según la Constitución de los Estados Unidos».

Todo esto pone por supuesto a Cook en una posición ciertamente complicada. Porque en los últimos años ha conseguido labrarse esa imagen de que a diferencia de otras compañías tecnológicas, pone la privacidad de los usuarios por encima de cualquier otra cosa y desde luego, su negativa en este caso es muy eficaz también como herramienta de marketing. Pero a la vez, la presión que puede acabar ejerciendo el gobierno de Donald Trump sobre la compañía, incluso en el apartado mediático, puede llegar a ser imposible de mantener durante mucho tiempo.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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