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Cómo mitigar la crisis provocada por la escasez de chips e intentar evitar la siguiente

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A raíz de la pandemia del COVID-19 y del aumento de la demanda de todo tipo de componentes, equipamiento y vehículos, el sector de los semiconductores está experimentando uno de sus periodos de escasez más prolongados, iniciado en la primavera de 2020 y que todavía dura. Según han manifestado ya multiples fuentes, la escasez de chips seguirá en 2022, retrasando la entrega de algunos componentes incluso hasta 2023.

El impacto de esta escasez, según Venture Beat, ya se siente en todo tipo de sectores del mundo de la electrónica. Pero no es exclusivo de ella, ya que también afecta a otros sectores de bienes de consumo, y especialmente, al de la automoción. Es tan fuerte, que probablemente tendrá un impacto en los ingresos de las empresas de más de 500.000 millones de 2020 a 2022.

Muchos creen que aunque larga, esta crisis terminará y no llegará otra parecida. Pero según Deloitte, a lo largo de la próxima década hay muchas probabilidades de que alguna combinación de eventos, entre los que pueden estar una recesión mundial, un evento meteorológico importante y disrupciones en el área de un puerto de mar crítico podrían darse en cualquier momento o todas a la vez. El sector de fabricación de chips y las cadenas de suministro, tal como están concebidos hoy en día, no son inmunes a los grandes cambios, lo que hace que otra escasez en los años venideros sea inevitable.

Además, la futura escasez puede ser incluso mayor y más prolongada que esta, que ya dura bastante. Y dada la cada vez mayor importancia de los chips en varios sectores, el daño económico podría ser también mayor. Por eso, desde Deloitte han realizando un estudio para ver lo que los fabricantes de semiconductores, los distribuidores, los clientes y las autoridades pueden hacer para evitar otra catástrofe de esta envergadura. Para empezar, queda claro que el problema es tan grande que ninguna empresa, ni ningún sector, pueden solucionarlo solos.

Seis crisis de escasez de semiconductores en tres décadas

En las últimas tres décadas hemos visto seis periodos de escasez de duración o envergadura similares a la actual. Algunas veces se dan o amplifican por situaciones extremas externas, como la burbuja tecnológica o la recesión de 2009, pero a veces surgen sin motivo aparente. Añadir capacidad a la industria de fabricación de chips ha sido siempre caro y complicado. Se da en olas impulsadas por la tecnología y las fuerzas del mercado, y pasa mucho hasta la decisión de construir una fábrica hasta que esta se termina y empieza a producir. Así que la pregunta quizá no es ya si habrá otra crisis, sino cuándo y cómo de grave será.

En cuanto al detonador de la crisis que estamos viviendo, ha sido el disparo de las ventas cuando la oferta y la demanda no están en sintonía por una comunicación pobre en la cadena de suministros. Todos los actores del mercado necesitan poner de su parte para mitigar su efectos, y trabajar de manera continua para no generar tampoco una situación de exceso. Según Deloitte, las empresas deberían elegir una acción concreta o una combinación de ellas en función del papel que jueguen en el ecosistema de los semiconductores y la cadena de valor.

De hecho, el sector ya se está comprometiendo a aumentar su capacidad de producción hasta niveles sin precedentes. Las inversiones de los tres principales fabricantes en ello superarán probablemente los 200.000 millones de 2021 a 2023, y podrían llegar a los 400.000 millones para 2025. Además, hay varios gobiernos que han prometido cientos de miles de millones más. Así, Deloitte espera que la producción de obleas de 200 milímetros aumente de los 20 millones en 2020 hasta los 30 millones a finales de 2023.

La capacidad crecerá tanto para las obleas de 200 milímetros como para las de 300, que mejorará a un nivel parecido al de las de 200, cuyo crecimiento vendrá sobre todo del aumento de la capacidad de las plantas ya existentes, y no de la construcción de otras nuevas, en lo que no obstante se invertirán unos 12.000 millones entre 2020 y 2022.

Desde un punto de vista tecnológico, la capacidad en los nodos principales y en los de proceso de 300 milímetros más avanzados crecerá más rápido que en los nodos de proceso más maduros. Eso sí, la demanda está creciendo para los dos tamaños de oblea y en todos los nodos de proceso, no solo en los más avanzados. Parece que el aumento de la capacidad en un 50% en tres años podría evitar una escasez futura, pero no está tan claro.

El desarrollo de capacidad de construcción en distintos puntos, clave

Está claro que el sector de los chips debería desarrollar capacidad local. La fabricación de chips está limitada geográficamente y necesita distribuirse por más regiones. El nivel de 2020 de concentración en el este de Asia, incluidas Japón y China que fabrican casi el 60%, ha atraído la atención de los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y China, y ya hay planes para construir plantas nuevas en otras zonas, entre las que están Israel o Singapur.

Pero cambiar la tendencia de la concentración geográfica del suministro de semiconductores es complicado. Hay unas 400 instalaciones dedicadas a su fabricación a nivel mundial, y ya hay planes de añadir nuevas fabricas de 300 milímetros para 2022, pero solo una decena dedicadas a las obleas de 200 milímetros en el mismo periodo. Alguna están en Corea del Sur y la zona de Taiwan, y añadir un par de docenas fuera de estas zonas puede ayudar. Pero Deloitte apunta a que utilizar ubicaciones nuevas solo hará que la concentración en el este de Asia baje algunos puntos. Con todo, seguirá produciendo más de la mitad de todos los chips en 2023.

El sector de los semiconductores debería librarse además de trabas como estrategia. Lo deben hacer todos los participantes en la cadena de suministro de chips, desde sus compradores hasta sus distribuidores y vendedores. También se necesita frenar la elevación de la demanda por el lado de los compradores. Los fabricantes de equipos, los distribuidores y los clientes están afectados por este efecto, en el que las comunicaciones entre actores de cada área en la cadena de suministros se amplifican por las valoraciones de las señales de demanda. Esto debe cambiar.

Las capacidades de operaciones inteligentes son vitales para la fabricación de semiconductores, pero son complicadas y sensibles, además de automatizadas e impulsadas por fábricas que necesitan mucho capital. Las capacidades que faciliten el modelado digital de procesos, como los gemelos digitales. También la monitorización de operaciones, las operaciones de fábrica sincronizadas con la disponibilidad de materiales y los ajustes de calendario de fábrica responsivos permiten a los equipos de operaciones de las plantas operar de manera eficaz y contar con un elevado uso de activos.

Según Deloitte, muchos fabricantes empezaron sus transformaciones digitales en primavera de 2021. La innovación continua es necesaria para ser más adaptativa a los cambios en el negocio impulsado por la cadena de suministros. Todo requerirá que haya una comunicación cercana. Mientras, la demanda sigue creciendo tan rápido como la capacidad de crecimiento planificada por el sector. Entre sus impulsores están el 5G, la Inteligencia Artificial y el machine learning, el edge inteligente e Internet de las Cosas.

En algunos casos el problema de escasez de semiconductores viene por el aumento de la necesidad de integrar chips cada vez más potentes en productos que ya usan muchos, pero en otros también pasa por añadir chips a productos que antes no los tenían. Y todo pesa en el sector, que tiene que multiplicarse para intentar equilibrar la balanza de la oferta y la demanda.

Redactora de tecnología con más de 15 años de experiencia, salté del papel a la Red y ya no me muevo de ella. Inquieta y curiosa por naturaleza, siempre estoy al día de lo que pasa en el sector.

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