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Cómo usar (o no) Twitter en unas elecciones

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Donald Trump

Aquellas personas que piensan que las campañas políticas que vivimos aquí en periodos electorales son demasiado «ruidosas», seguramente palidecerían ante el periodo que va desde el inicio de las primarias de los dos grandes partidos (demócrata y republicano) hasta el día de las elecciones a la presidencia de Estados Unidos. Lo que aquí consideramos exceso, allí lo llaman «ir calentando motores«. Y, si se analiza históricamente, podemos comprobar que buena parte de lo que hoy vemos allí, dentro de unos años será común a este lado del charco. Eso sí, allí siempre será todo «más a lo grande». Si aquí tenemos a políticos que comenten algunos errores a través de las redes sociales, allí parece que Donald Trump ha conseguido superar todos los records al respecto, hasta el punto de que incluso sus asesores más directos y su propia familia han tenido que alertarle de que su estrategia en Twitter puede tener más efectos negativos que positivos.

Recientemente, en un programa de la CNN, el actual favorito para las primarias del partido republicano, el multimillonario reconvertido en político tuvo que admitir que había fallos: «Los tweets (los que escribe él) son correctos, pero a veces los retweets no lo son». ¿Y cuál es la razón de dicha afirmación? Pues que en más de una ocasión Donald Trump ha retuiteado mensajes de apoyo a su campaña, que han resultado provenir de cuentas que apoyan movimientos con los que ningún político en campaña querría verse relacionado, como los supremacistas blancos por poner un ejemplo. Es cierto que su actividad en la red social lo ha convertido en el candidato de las primarias con más seguidores, cuenta con 7,6 millones, frente al millón de followers de su principal rival, Ted Cruz. También adelanta a los dos candidatos republicanos, Hillary Clinton y Bernie Sanders, que tinen 5,93 y 1,97 millones respectivamente.

Sin embargo también a este respecto hay polémica, ya que Donald Trump sería, de los cuatro, el que cuenta con un mayor valor porcentual de seguidores «falsos» (cuentas creadas sólo al efecto de seguir a otras, para que parezca que tienen más notoriedad de la real). En el caso de Trump, la consultora de social media HYPR calcula que aproximadamente el 25% de sus seguidores en Twitter son cuentas fake. La medalla de plata sería para Hillary Clinton, con un 20%, seguida de Ted Cruz con un 17% y cierra la lista Bernie Sanders, con un 10%.

No cabe duda de que la política de Donald Trump de hacer ruido, mucho ruido, es bastante efectiva, probablemente sea el más conocido de los cuatro principales candidatos a las primarias de los dos grandes partidos más allá de las fronteras de Estados Unidos. Muchos ciudadanos han visto en él una cercanía que no ven en otros políticos, y aunque en ocasiones ha tenido que reconocer errores en los retweets que ha efectuado (como en uno reciente, que ridiculizaba a la mujer de su oponente en las primarias republicanas) no ha cesado en su actitud. También en una reciente entrevista, su mujer reconocía haber hablado con él sobre el tema, y afirmaba que él es lo suficientemente adulto como para ser consciente de las consecuencias de sus actos. Y, la verdad, seguramente así sea, y su estrategia no sea tan errónea como muchos pensamos. Sin embargo, aunque todo esté más pensado y medido de lo que creemos, errores como retuitear mensajes de cuentas que siguen afirmando que la raza negra es inferior y que por lo tanto debe permanecer sometida van más allá de lo que es aceptable cuando el propósito es hacer ruido. Por mucho ruido que se quiera hacer.

Imagen: Gage Skidmore

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