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Esos indiscretos coches conectados…

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Coche futurista

Pero cariño, ¿a quién vas a creer más, a mí o al coche?–, es una frase que podría empezar a popularizarse en los próximos años,  tal y como plantea hoy The Next Web en este artículo. Y es que, desde hace ya unos años, los coches que cuentan con algún tipo de conexión, ya sea a sistemas propios de sus fabricantes, o mediante soluciones y servicios de terceros, han tenido la facultad tanto de obtener datos de los mismos en tiempo real (posición, velocidad, etcétera) como a recopilarlos para, de este modo, obtener información muy concreta sobre los hábitos de desplazamiento, y por lo tanto de vida, de sus conductores.

Y cuando digo «unos años», no me refiero a cuatro o cinco, no. Por ejemplo, General Motors lleva ofreciendo su servicio OnStar desde 1996, y que permite desde pedir indicaciones para llegar a la farmacia más cercana, hasta diagnosticar problemas en el vehículo o bloquearlo en caso de robo. Y es que eso es lo formidable de estos servicios, que gracias a los mismos contamos con funciones de asistencia de todo tipo, que en determinados momentos pueden ser de gran ayuda. Sin embargo, en estos tiempos, en los que el concepto «data driven» no hace más que crecer tanto en volumen como en importancia, el volumen, hablamos de un tipo de información singularmente valioso, y que al menos de momento, y en muchos lugares, no está sujeta a grandes regulaciones.

Para comprender el valor de esta información, es fundamental que comprendamos que en muchos casos se trata de datos que deben ser interpretados. Por ejemplo, si acudimos con nuestro coche a un hospital o un centro de salud, puede que lo hagamos para pasar consulta, o bien que se trate de una visita a alguna persona ingresada en el mismo. En ambos casos la duración de la estancia puede ser similar, por lo que es imposible determinar qué hemos hecho la hora que hemos pasado allí. Sin embargo, ¿qué ocurre si la parada anterior la hemos hecho, por ejemplo, frente a una floristería? ¿O si tras salir del hospital hemos conducido hasta la farmacia más cercana? Un solo dato, en muchos casos, no nos aportará gran cosa, pero una secuencia completa puede resultar mucho más reveladora de lo que habríamos podido pensar en un primer momento.

The Next Web plantea otra situación que debe ser analizada desde el plano legal. A la hora de recopilar pruebas o de realizar seguimientos a sospechosos de haber cometido de estar cometiendo algún tipo de delito, cualquier sistema legal garantista obliga a que las autoridades den el visto bueno para efectuar grabaciones, seguimientos, etcétera. Es más, si se produce algún fallo en estos procedimientos, las pruebas obtenidas a raíz de los mismos pueden ser descartadas por un tribunal. Sin embargo, ¿qué ocurre con los vehículos conectados? Cuando adquirimos un coche con estas funciones, estaremos aceptando que la compañía pueda emplear la información que obtiene y recopila sobre nosotros. En la mayoría de los casos es posible optar por no aceptarlo, pero lo común es que eso se traduzca también en renunciar a determinados servicios (asociados a la conexión) que son los que hacen que merezca la pena tener un coche conectado. ¿Y qué ocurre si las autoridades sospechan de nosotros? Pues que en virtud de los acuerdos existentes entre fabricantes y autoridades, éstas podrían pedir al fabricante que le facilite, por ejemplo, un histórico de nuestros desplazamientos, y en muchas jurisdicciones sería totalmente legal. Una regulación muy concreta al respecto empieza a convertirse en una necesidad de primer orden.

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