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Coches eléctricos de los años 70, una curiosa manera de estrechar lazos

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La cultura que se instala en una empresa, especialmente si se está empezando a dar sus primeros pasos, es importante para el bienestar de sus trabajadores. Pero también para que el desarrollo de sus tarea sean óptimos. Si esta cultura es tóxica, el resultado serán, entre otros, trabajadores quemados y fuga de talentos. Es lo que sucedía en Uber antes de que su nuevo CEO, Dara Khosrowshahi, ocupase su puesto y decidiese que había que cambiarla radicamente. Por eso, muchas compañías intentan mejorarla, e intentan conseguir que las relaciones entre sus empleados sean las mejores posible de varias maneras. Algunas se los llevan de fin de semana o vacaciones, otros organizan cenas o actividades conjuntas. Como Volta, una startup que según la CNBC se dedica al desarrollo de la infraestructura de estaciones y sistemas de recarga para vehículos eléctricos, en la que sus trabajadores estrechan lazos construyendo modelos de coches de los años 70 del siglo pasado.

Además de construir réplicas de estos coches, el trabajo de los empleados de Volta va más allá, ya que también los transforman en coches eléctricos que pueden circular por carretera. Según el CEO de la compañía, Scott Mercer, «no importa si no tienes experiencia técnica. Cualquier persona de la empresa puede aprender a soldar, o a distinguir los distintos componentes de un coche«. En este momento, en Volta están construyendo un Zagato Zele, un microcoche desarrollado originalmente en Italia por la compañía Zagato durante la crisis del petróleo de los años 70. Este era un coche eléctrico del que sólo se fabricaron unos cuantos cientos de unidades, y por su aspecto, según Mercer, «es como una cajita extraña que podía haber aparecido perfectamente en Star Wars«.

Para Mercer lo mejor de trabajar en los coches como equipo, es que personas que no colaboran habitualmente en su día a día sacan partido a su trabajo conjunto. Además, llegan a aficionarse al diseño de automóviles, algo que él mismo ha experimentado. Cuando Mercer puso en marcha su empresa, vivía con sus padres en Colorado y se dedicaba a arreglar coches, tanto por diversión como por trabajo. Para financiar la puesta en marcha compró un Jaguar E de 1967 muy barato, lo reconstruyó y se lo vendió a un coleccionista de Atenas por 50.000 dólares.

Pero los coches que ahora construyen en Volta no son para venderlos sino para ser conducidos por miembros de la plantilla y exhibirlos en ferias. Además, la compañía ofrece a sus trabajadores hasta 200 dólares al mes para facilitarles la compra o el alquiler de un coche eléctrico. Su directiva es consciente de que el desarrollo de una cultura de empresa adecuada puede ser cuestión de vida o muerte, incluso para las startups respaldadas por inversoras. Mercer afirma que «no es ningún secreto lo complicado que puede ser contratar en la zona de la bahía (de san Francisco), sobre todo si no puedes ofrecer el salario que pagan en Apple o Google. Para conseguirlo es esencial que los empleados se diviertan y que tengan una misión con significado«.

Desde sus inicios, Volta ha conseguido más fuentes de crecimiento de capital. En su última ronda de financiación ha logrado 15 millones de dólares de inversoras como Virgo Investment Group. También ha conseguido un crédito de unos 25 millones para construir más de las estaciones de recarga que desarrolla. Su misión es acelerar el cambio de los vehículos de gasolina a eléctricos en Estados Unidos, que está por detrás de China, Alemania o Francia en este campo. Y sus estaciones de carga se pueden encontrar en estadios, centros comerciales y aparcamientos de parques nacionales y algunos supermercados. Las marcas patrocinan y pagan por instalar estas estaciones para atraer clientes entre los conductores de la misma manera que pagarían por colocar un letrero luminoso con el nombre de la empresa en su exterior. Y los conductores pueden recargar sus coches eléctricos gratis.

Foto: cnbc

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